8 Septiembre

“Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes” (Eclesiastés 5:4).

 

Todos nosotros hemos oído del hombre que cuando se encuentra en un aprieto hace una promesa a Dios. Promete que si Dios lo libra, confiará en Él, lo amará y lo servirá para siempre. Pero cuando escapa de la crisis, olvida la promesa y sigue viviendo igual que antes.

¿Qué lugar ocupan las promesas en la vida de un cristiano y qué principios se dan en la Palabra sobre el tema?

En primer lugar, no es necesario hacer promesas. No se nos manda hacerlas, pero generalmente se hacen de manera voluntaria en señal de gratitud por Sus favores. La Biblia nos instruye al respecto en Deuteronomio 23:22, “Mas cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado”.

Segundo, debemos ser cuidadosos de no hacer promesas precipitadas, esto es, promesas que no seremos capaces de cumplir o de las que más tarde podríamos lamentarnos. Salomón nos advierte: “No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto sean pocas tus palabras” (Ec. 5:2).

Pero si hacemos una promesa, debemos ser cuidadosos en cumplirla. “Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca” (Nm. 30:2). “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti” (Dt. 23:21). Es mejor no prometer que prometer y no cumplir. “Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (Ec. 5:5).

Puede haber casos excepcionales donde sería mejor no cumplir una promesa que continuar en ella. Antes de su conversión un hombre puede haber hecho votos en una falsa religión o en una hermandad secreta. Si cumplir aquellos votos fuera contrario a la Palabra de Dios, entonces debe obedecer a las Escrituras aún a costa de romper los votos. Si estos votos consistieron simplemente en no divulgar ciertos secretos, entonces debería permanecer en silencio tocante a ellos por el resto de su vida, aún después de haberse separado de la orden.

Quizás las promesas que se rompen más hoy en día son los votos matrimoniales. Las solemnes promesas hechas en la presencia de Dios se tienen en poco. Pero el mandato de Dios sigue vigente: “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová” (Dt. 23:21).

Josue G Autor