16 Abril

“…como moribundos, más he aquí que vivimos” (2 Corintios 6:9).

 

La Biblia está llena de paradojas, es decir, verdades que parecen contrarias a lo que normalmente suponemos o que parecen contradecirse unas a otras. G. K. Chesterton sostenía que una paradoja es: “una verdad haciendo el pino para atraer la atención”. A continuación presento unas cuantas paradojas que sin duda atraerán nuestra atención:

Cuando perdemos nuestra vida la salvamos; cuando la amamos, la perdemos (Mr. 8:35).

Somos fuertes cuando somos débiles (2 Co. 12:10), e impotentes en nuestra propia fuerza (Jn. 15:5).

Encontramos la libertad perfecta cuando somos esclavos de Cristo y la esclavitud cuando estamos libres de Su yugo (Ro. 6:17-20).

Encontramos más gozo al compartir lo que tenemos que en tener más. O, en las palabras de nuestro Señor: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hch. 20:35).

Aumentamos lo que tenemos al repartirlo, y acabamos en la miseria cuando lo retenemos (Pr. 11:24).

Tenemos una naturaleza nueva que no puede pecar (1 Jn. 3:9), sin embargo, todo lo que hacemos está manchado por el pecado (1 Jn. 1:8).

Conquistamos cuando nos rendimos (Gn. 32:24-28) y experimentamos la derrota cuando combatimos (1 P. 5:5c).

Somos humillados cuando nos exaltamos, pero cuando nos humillamos Dios nos exalta (Lc. 14:11).

Somos ensanchados en la angustia (Sal. 4:1) y reducidos en la prosperidad (Jer. 48:11).

Podemos poseer todas las cosas y sin embargo no tener nada; podemos ser pobres, y con todo hacer ricos a muchos (2 Co. 6:10).

Cuando somos sabios (en el concepto del hombre) entonces somos necios (a la vista de Dios), pero cuando somos necios por amor de Cristo, entonces llegamos a ser verdaderamente sabios (1 Co. 1:20-21).

Cuando andamos por fe somos libres de preocupaciones e inquietudes; pero cuando andamos por vista nos asaltan el temor de la pérdida por la polilla, el moho y los ladrones (Mt. 6:19).

El poeta ve la vida cristiana como una paradoja de principio a fin:

Qué extraña es la ruta que a algunos toca transitar,
Qué enredada la senda por la que han de caminar;
La esperanza de su felicidad nace del temor,
Y su vida, por la muerte la han de recibir.
Sus más honradas pretensiones se ven aplazadas,
Y sus mejores resoluciones, contrariadas;
No puede esperar ser completamente liberado
Hasta que no se haya totalmente desahuciado.
Cuando todo esto ha ocurrido y su corazón es confirmado
De la total remisión de su pecado;

Cuando su paz es procurada y su perdón está firmado,
A partir de ahí, su conflicto ha comenzado.

Josue G Autor