¿Eres feliz, o estás cansado de tu rutina?
Dijo un poeta hace mucho, mucho tiempo: “Vanidad de vanidades, dijo el predicador: Vanidad de vanidades, todo es vanidad”
“No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después” Salomón.
Casi todo el mundo está cansado, aburrido, hastiado de su existencia. Es como una rueda que te atrapa y gira, gira, gira… y no te deja salir.
Al comenzar una experiencia nueva te ilusionas, te motiva, la tomas con emoción y cariño. Pasado el tiempo ocurre como al niño con los juguetes viejos, lo ponemos en el desván de la rutina. Nos pasa con un coche nuevo, cuando conocemos a un@ chico@ nuevo… pero pasado el tiempo… algunos incluso experimentan con una droga y flipan, y juegan con ella… pasa el tiempo y se convierte en una rutina peligrosa, cuando nos queremos dar cuenta nos hemos esclavizado a ella y quedamos atrapados.
Cansados ya de nuestra sexualidad buscamos cosas nuevas, intercambio de parejas, sadomasoquismo, homosexualidad, bisexualidad…
Y llega el momento en que nos rendimos y reflexionamos como el poeta del principio que sigue diciendo “… y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría, sobre todo lo que se hace del cielo… aborrecí por tanto la vida, porque la obra que sé hacer debajo del Sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu”
¿Cómo te encuentras? ¿Has pasado ya por aquí? Si eres sabio y te gusta reflexionar pasarás y para entonces necesitarás algunas respuestas para tu vida.
Quiero decirte que hay una salida a esta rutina en la que nos sentimos envueltos los seres humanos.
La primera de las reflexiones te la da el mismo poeta al final de su libro y es la siguiente: “…El fin de todo discurso oído es este: Teme a dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala”
Amig@ mí@, el corazón del hombre está vacío de Dios, y a menos que llenes ese vacío de Dios, todo lo que hagas para llenarlo de cualquier otra cosa no te producirá satisfacción por mucho tiempo.
Hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza; una gran parte de ello se perdió a causa del pecado del hombre, y sólo podemos volverlo a llenar aceptando la entrada de Jesucristo en nuestro interior. Cuando eso ocurre, somos seres plenamente satisfechos porque hemos establecido la armonía con nuestro creador y Dios.
Una de las realidades de la vida es la búsqueda de la satisfacción y de la plenitud. Si morimos sin haber resuelto este vital asunto habremos desperdiciado la vida.
Hay tres preguntas vitales con las que nacemos:
- ¿Quién Soy?
- ¿De dónde vengo?
- ¿Hacia dónde voy?
Las tres preguntas te llevarán a un ser supremo: DIOS.
Si como dice el poeta “Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud” antes de lo irremediable, la muerte, la cadena de plata se quiebre, el cuenco de oro se rompa… y la rueda sea rota sobre el Pozo, porque si no lo has resuelto, tu vida ja sido un fracaso, Vanidad de Vanidades, una existencia Inútil…
“¿De qué le vale al hombre ganar el mundo y perder su alma…?”
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