¿Atrapado por tus complejos?

Comenzaremos este tema consultando el diccionario de Casares, buscando una definición del término.

Complejo: “Combinación de ideas, tendencias y emociones que permanecen en la subconsciencia, pero que influyen en la personalidad del sujeto y a veces determinan su conducta”

Definido el término, nos vemos obligados a decir que la definición psicológica nos sorprende y nos alerta por sus implicaciones en nuestro comportamiento y su influencia que tiene en nuestra vida y en nuestro carácter.

Uno de los grandes problemas del acomplejado es el rechazo de su cuerpo, o parte de él.

Agentes externos nos bombardean con mensajes de cómo debería ser nuestro cuerpo y que van desde la nariz hasta las piernas, desde las orejas al tamaño de los pechos.

El desafío y el reto que esto supone especialmente para adolescentes y jóvenes supone un desgaste emocional y un sufrimiento añadido a nuestro ya complicado modo de vida del S.XXI. Porque origina trastornos que determinan nuestro comportamiento y a veces nos llevan hasta la propia muerte (ejemplos de Anorexia y la bulimia).

Es sorprendente la cantidad de jovencit@s que están afectados de esta epidemia y acaban acudiendo a clínicas de cirugía plástica para cambiar aquellos elementos que rechazamos de nosotros y parecernos a nuestros ídolos y modelos que nos impone el sistema.

La falta de personalidad, y la escasa madurez de la adolescencia es otra de las causas agravantes de los complejos.

“El complejo de inferioridad” merece un trato aparte; pero debido a su influencia en nuestro tiempo diremos que se trata de un sentimiento de la persona que nada tiene que ver con la realidad.

Podemos aplicar el refrán “nada es verdad ni mentira porque todo lo ves según el color del espejo en que te miras”

Vivimos en el siglo de los caprichos y en la era de la insatisfacción. Nunca antes habíamos tenido tanto ni habíamos valorados tan poco las cosas que nos rodean.

Ya desde la más tierna infancia se nos da demasiado, en exceso, continuamente.

También desde la infancia se nos manipula para desear ciertos juguetes, ciertas marcas determinadas de ropa, menospreciando todo lo que tenemos que no se ajusta a esos cánones que nos dicta la publicidad o la moda del momento.

Este sistema de vida nos inutiliza para tener criterios propios y desarrollar valores internos más constantes y menos efímeros que la moda y caprichos momentáneos que solo trae satisfacción por un corto espacio de tiempo.

¿Qué podemos hacer ante todo esto? Lo primero y más importante tenemos que cambiar nuestro estilo de vida y adecuarlo a la Biblia, la Palabra de Dios. Porque si tú te sientes aceptad@ por Dios no tendrás problema en ser diferente al resto de los mortales.

Porque cada ser humano es único, especial e irrepetible. Física, mental y espiritualmente somos diferentes. Además, todos tenemos un corazón sensible que necesita ser llenado de sentimientos nobles que nos hagan más dichosa la existencia.

Una de las mejores frases de la película “La Bella y la Bestia” es aquella que dice: “La belleza está en el interior”. En la era de la hipocresía hay una gran preocupación por la apariencia exterior; mientras tanto el ser interior está tristemente vacío.

Hemos confundido el “Ser” con “Tener” y ocupados en el “Tener” hemos descuidado exageradamente el “Ser”.

Hay un espejo “mágico” en el que tú puedes mirarte y verte tal como eres, por dentro y por fuera, es un espejo especial porque te habla. Ha sido diseñado y creado por Dios para ti, es “La Biblia”, la Palabra de Dios.

Acompáñame y vamos a mirarnos juntos:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

Mírate, Dios dice que Te Ama profundamente, que ha entregado a Jesucristo a la muerte por amor a ti. Que te ama tal cual estás sin hacer nada, sin ningún tratamiento. Tal como eres Dios Te Ama.

Tal como eres Tú vales mucho para Dios y quiere darte algo más valioso que los cánones de belleza: “La Eternidad”.

Porque quiero hablarte de una fealdad terrible, deforme, repugnante. Cuando nos miramos en el espejo de Dios nos horrorizamos viendo en nosotros los estragos que ha hecho en nosotros el pecado, en este estado ni Dios quiere mirarnos, por eso envió a Cristo a morir por ti, cargando sobre sí mismo el pecado de todo tu pecado, mi pecado.

Por causa de esto nos justifica delante de Dios. Así que nuestro espejo se tiñe de roja sangre y Dios nos ve justos, santos, perfectos.

En el momento en que nos entregamos a Dios por medio de Cristo. Dios derrama en nuestros corazones “Su Amor”, y con ese amor, nuestros rostro rebosa de felicidad y de gozo porque podemos amar a Dios, amar a todas las personas y amarnos a nosotros mismos.

Aprendemos a amar sin complejos. Una vez aceptado por Dios puedo aceptar a los demás y a mí mismo sin complejos.

“Si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”

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