Decepcionado, vacío, desorientado… ¿y ahora qué? Hasta ahora, nunca había habido tantas crisis personales y tanta desorientación como hay hoy día. Los valores que hasta ahora nos orientaban están desapareciendo. Muchos se resignan y se niegan a creer en un futuro mejor, todo les parece un sinsentido. ¿Dónde podemos encontrar una solución frente a este dilema?
Una estudiante estuvo buscando por años el sentido de la vida.
«Al principio lo busqué en el sexo, más tarde en las drogas. Me convertí en una adicta. Busqué encontrar la felicidad en el esoterismo y después en diferentes religiones orientales, sin encontrarla. Decepcionada y vacía quise acabar con mi vida. Fue entonces que me encontré con una antigua compañera que me preguntó: “¿Has hablado con Dios y le has contado tu necesidad? En él y en la Biblia puedes encontrar la solución”. En primer lugar dudé pero luego pensé: has intentado todo tipo de cosas ¿qué pierdes intentando hablar con Dios? Así que saqué una antigua Biblia que guardaba y empecé a leer el Nuevo Testamento».
De las tinieblas a la luz.
«Empecé a hablar con Dios: “ Dios, voy de crisis en crisis. Mi vida no tiene ningún sentido. Si de verdad existes, muéstramelo”. Esa fue mi primera oración. Tuve la sensación de que no hablé sola, ¿acaso Dios había escuchado mi oración? Lo curioso es que sentía paz y felicidad. Seguí leyendo la Biblia y empecé a orar más a menudo. Descubrí que Dios creó el cielo y la tierra, comprendí que los seres humanos habíamos pecado y, como consecuencia, habíamos roto nuestra relación con Dios. Cuanto más aprendía, más claro lo veía todo.
Reconocer la culpa y quitarse un peso de encima.
«La lectura de la Biblia se había convertido en una costumbre. A través del Nuevo Testamento conocí a Jesús, el hijo de Dios. Por amor, pagó por nuestros pecados al morir en la cruz, pero no se quedó allí, resucitó y espera que nosotros creamos en él. ¿Qué hice? Confié en Cristo Jesús. Sí, Dios envió a su hijo Jesús a la tierra para rescatar a las personas de sus crisis. Pensé en mi vida pasada, estaba llena de pecados y culpabilidad, había desobedecido mil veces los mandamientos de Dios, la culpa me pesaba demasiado. Fue entonces cuando leí las palabras de Jesús: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar (Mateo 11:28). Así que le confesé todos mis pecados, todo lo malo que había hecho y todo lo que me pesaba, lo descargue en Él. De repente, fui consciente de que Dios había perdonado todos mis errores. La Biblia me lo confirmó: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9)».
Una razón de vivir
«Llena de felicidad le di las gracias. Dios salió a mi encuentro porque yo lo estaba buscando. Los dioses a los que acudí con anterioridad están muertos y no pueden ayudar, sin embargo, Jesús vive. Él le ha dado un nuevo sentido, me ha regalado la vida eterna y me ha llenado de felicidad.» ¿No quiere usted también acabar con sus crisis? ¿También busca el sentido de la vida sin encontrarlo? Haga como esta chica, lea la Biblia, confíe en Dios y diríjase a él en oración. ¡Él es el único que puede trasformar su vida! D. W.
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Fuente: Missionswerk W. Heukelbach