“Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste
el primero en los meses del año” (Éxodo 12:2).
Los propósitos del nuevo año son buenos pero frágiles, esto es, se rompen fácilmente. Las oraciones de Año Nuevo son mejores; ascienden al trono de Dios y ponen en movimiento las ruedas de la respuesta. Cuando llegamos al comienzo de otro año, haremos bien en apropiarnos de las siguientes peticiones:
Señor Jesús, este día me consagro a Ti una vez más. Deseo que tomes mi vida este año que empieza y que la emplees para Tu Gloria. “Que mi vida entera esté consagrada a Ti, Señor”.
Te pido que me guardes del pecado, de cualquier cosa que deshonre Tu Nombre.
Hazme dócil por el Espíritu Santo. Quiero avanzar hacia Ti. No permitas que quede atrapado en un bache a la mitad del camino.
Sea mi lema este año: “Es necesario que él crezca, y que yo mengüe”. Toda la gloria sea para Ti, y ayúdame a no tocarla.
Enséñame a hacer de cada decisión un asunto de oración. Me aterroriza la idea de apoyarme en mi propia prudencia. “Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos” (Jer. 10:23).
Muera yo al mundo y aun a la aprobación o censura de los que amo o de mis amigos. Dame el deseo único y puro de hacer las cosas que agradan a Tu corazón. Guárdame de murmurar y criticar a los demás. Más bien ayúdame a hablar lo que es edificante y provechoso.
Guíame a las almas necesitadas. Sea yo amigo de los pecadores, así como Tú eres. Dame lágrimas de compasión por los que perecen. “Miraré a la multitud como mi Salvador la vio, hasta que mis ojos de lágrimas se llenen.
Contemplaré a las ovejas errantes con dolor, y por amor a Él, las amaré”.
Señor Jesús no permitas que me vuelva frío, amargado o cínico a pesar de todo lo que pueda pasarme en la vida cristiana.
Guíame en la administración de mi dinero. Ayúdame a ser buen administrador de todo aquello que me has confiado.
Ayúdame a recordar momento a momento que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, y que esta tremenda verdad influya toda mi conducta.
Y, Señor Jesús, pido que éste sea el año de Tu retorno. Ansío ver Tu rostro y caer a Tus pies en adoración. Durante el año que empieza, que la esperanza bendita se mantenga fresca en mi corazón, librándome de todo lo que pudiera detenerme aquí, y guárdame en la cúspide de la esperanza.
“¡Ven, Señor Jesús!”