30 Marzo

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

 

Este es uno de aquellos versículos que más nos asombran, especialmente cuando el camino es áspero y difícil. Mientras el viento sopla suavemente, no es difícil decir: “Señor, creo”. Pero cuando las tormentas de la vida se levantan y azotan contra nosotros, decimos: “Ayuda a mi incredulidad”.

Y aún así sabemos que el versículo es verdad. Dios hace que todas las cosas ayuden a bien. Lo sabemos porque la Biblia lo declara. La fe se lo apropia, aún cuando no puede ver o entender.

Sabemos que es verdad por causa del carácter de Dios. Si Él es un Dios de amor, sabiduría y poder infinitos, entonces Él está planeando y trabajando para nuestro bien supremo.

Sabemos que es verdad porque ésta ha sido siempre la experiencia del pueblo de Dios. Se cuenta la historia del único sobreviviente de un naufragio que fue arrojado a una isla deshabitada. Hizo lo que pudo para construirse una choza, en la que puso todo lo que había salvado de la tragedia. Oró a Dios para que fuera libertado y cada día oteaba ansiosamente el horizonte para hacer señas a cualquier barco que pasara. Un día se horrorizó al encontrar que su choza ardía en llamas; todo lo que tenía se elevaba en humos. Pero aquello que parecía ser lo peor, en realidad fue lo mejor. “Vimos su señal de humo”, dijo el capitán del barco que vino en su rescate. Recordemos que si nuestras vidas están en las manos de Dios: “Todas las cosas ayudan a bien”.

Cierto es que hay veces cuando la fe vacila, la carga parece insoportable y la oscuridad impenetrable. En nuestra desesperación nos preguntamos: “¿Qué bien puede salir de todo esto?” Hay una respuesta: El bien que Dios está haciendo lo encontramos en el versículo que sigue (Ro. 8:29), “para ser hechos conformes a la imagen de su Hijo”. Es como el cincel de un escultor con el que desprende trozos de mármol hasta que al fin aparece la imagen del hombre. Y es así que los golpes de la vida hacen astillas todo lo que es indigno en nosotros para que podamos ser transformados a Su bendita semejanza. Así que si no puedes encontrar ningún otro bien en las crisis de la vida, recuerda éste: ser conformado a Su semejanza.

Josue G Autor