“No un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6).
Al enumerar los requisitos de un anciano, el apóstol Pablo advierte contra el hecho de que un joven en la fe asuma este trabajo. Pastorear ovejas es un trabajo delicado que demanda sabiduría y juicio sano, que vienen solamente de la madurez espiritual y la experiencia piadosa. Sin embargo, ¡con cuánta frecuencia se viola este principio! Un joven empresario, político o profesional exitoso se integra a una iglesia local. Pensamos que si no le involucramos de inmediato, podría irse a otra parte, así que, sin pérdida de tiempo le colocamos en un lugar de liderazgo. Haríamos bien en guiarnos por la máxima de Pablo: “sean sometidos a prueba primero”.
Una violación aún más común de este principio espiritual se ve en el modo en que las estrellas que “se convierten” a la fe son anunciadas y lanzadas al firmamento evangélico. Tomemos como ejemplo a cierto héroe del fútbol que acaba de profesar creer en el Señor Jesús. Algún promotor religioso lo localiza y en seguida organiza una campaña de publicidad dando a conocer la noticia por todas partes, desde Dan a Beerseba. Tan pronto como se dice que una actriz de Hollywood o un cantante ha nacido de nuevo, su nombre aparece en los encabezados de los periódicos. La acosan preguntándole su opinión acerca de todos los temas, desde la pena de muerte hasta el sexo prematrimonial, como si la conversión la hubiera dotado instantáneamente de sabiduría en todos los temas. O bien puede tratarse de un ex-criminal que ha llegado a conocer al Señor. Nos llenamos de preocupación por él cuando vemos como estos agentes codiciosos lo explotan y lo utilizan como fuente de ganancia.
Dice el Dr. Paul Van Gorder: “Nunca he estado a favor de levantar a un pecador de sus rodillas y lucirlo orgullosamente ante la multitud. Se ha hecho un daño irreparable a la causa de Cristo al hacer que figuras connotadas del mundo del entretenimiento, los deportes y la política desfilen a través de la plataforma evangélica sin dejar pasar el tiempo necesario para que la semilla de la Palabra de Dios penetre y realmente eche raíz”.
El ego religioso de algunos llamados cristianos se estimula cuando un drogadicto o algún político es señalado como el más recién convertido a la fe. Quizás sufren de inseguridad o inferioridad, y piensan que si alguna persona celebre cree, entonces esto da más razón al evangelio.
Pero estos supuestos héroes y heroínas explotados tan frecuentemente son blanco fácil para el Diablo. Desprevenidos de sus engaños sutiles, pecan y vuelven atrás, y así se desacredita enormemente el testimonio del Señor Jesús.
Damos gracias a Dios por todo aquel que es auténticamente salvo, sea famoso o desconocido. Pero nos equivocamos si pensamos que podemos hacer que la causa de Cristo avance promoviendo al púlpito o a la cámara de televisión a los neófitos.