22 Agosto

“No me toques, porque aún no he subido a mi Padre” (Juan 20:17).

 

Uno de los himnos favoritos de algunos niños dice: “Pienso cuando leo esa dulce vieja historia, / Cuando Jesús entre los hombres estaba / Cómo a los pequeños como corderos llamaba, / Me gustaría haber estado con Él entonces”. Probablemente la mayoría de nosotros ha compartido ese deseo sentimental en un momento u otro. Pensamos en qué bonito hubiera sido disfrutar de la compañía personal del Hijo de Dios durante Su ministerio terrenal.

Pero hemos de darnos cuenta que es mejor conocerle hoy, como se nos da a conocer por el Espíritu a través de la Palabra. En vez de estar en desventaja, en realidad somos más privilegiados que los discípulos. Veámoslo de este modo: Mateo vio a Jesús a través de los ojos de Mateo, Marcos a través de los ojos de Marcos, Lucas a través de los ojos de Lucas y Juan a través de los ojos de Juan. Pero nosotros le vemos a través de los ojos de los cuatro evangelistas. Tenemos una revelación más plena del Señor Jesús en todo el Nuevo Testamento que la que tenía cualquiera de los discípulos cuando estaban sobre la tierra.

Hay un sentido adicional, en el que disfrutamos de un mayor privilegio que los contemporáneos de Jesús: Cuando se encontraba mezclado entre la multitud en Nazaret o Capernaúm, estaba necesariamente más cerca de algunos que de otros. En el aposento alto, Juan se recostaba cerca de Su pecho, mientras que los otros discípulos estaban reclinados a diversas distancias. Pero todo esto ha cambiado ahora. El Salvador está igualmente cerca de todos los creyentes. No está solamente con nosotros; está en nosotros.

Cuando María se encontró con el Señor resucitado, deseó abrazarle del mismo modo que le había conocido previamente. Ella no quería perder Su presencia física y corporal. Pero Jesús le dijo: “No me toques, porque aún no he subido a mi Padre…” (Jn. 20:17). En efecto, lo que estaba diciendo era: “María, no te aferres a mí en un sentido físico y terrenal. Cuando ascienda a mi Padre, el Espíritu Santo será enviado a la tierra. A través de Su ministerio me conocerás de una manera más plena, clara e íntima de lo que me conociste antes”.

La conclusión es ésta: En vez de desear haber estado con Jesús cuando estaba sobre la tierra, debemos darnos cuenta, con regocijo, que es mejor estar con Él ahora.

Josue G Autor