13 Diciembre

“Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová y para los que piensan en su nombre” (Malaquías 3:16).

 

Es posible estar tan atareados que nuestras almas lleguen a ser estériles. La mucha actividad hace que nos ocupemos demasiado con nuestro trabajo y muy poco con nuestro Dios. Aquellos predicadores que no pasan mucho tiempo en meditación y comunión solos con el Señor muy pronto empiezan a dar mensajes de segunda mano, copiados de otros, que tienen poco o ningún poder espiritual. Todos debemos orar: “Señor, líbrame de la esterilidad de una vida ocupada”. Muchos creyentes tienen miedo a la soledad, tienen que estar con otros, hablando, trabajando, o viajando. No se toman el tiempo para estar en tranquila contemplación. Las presiones de la vida moderna nos impulsan a ser hiperactivos o personas que rinden más de lo esperado. Cogemos velocidad y nos cuesta detenernos. La vida parece ser un continuo empujar, empujar, empujar, seguir, seguir, seguir. El resultado es que no desarrollamos raíces espirituales profundas. Todavía repetimos las mismas frases hechas que compartimos con la gente veinte años atrás. ¡Ningún progreso en veinte años!

Y no obstante, están aquellos que se disciplinan a sí mismos para escapar de esta carrera de ratas, que rehusan invitaciones y dejan de lado actividades secundarias para pasar un tiempo a solas con el Señor. Resueltamente hacen tiempo para orar y meditar. Tienen un escondite donde pueden dejar de escuchar el ruido del mundo para estar a solas con el Señor Jesús.

Estas personas tienen un caminar distinto, de poder interior, en el que andan con el Señor. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Sal. 25:14). Dios les revela secretos de los que nosotros, en nuestras vidas delirantes, no sabemos nada. Hay una comunicación de inteligencia divina en lo que respecta a la dirección en la vida cotidiana, en relación a los eventos que suceden en el mundo espiritual, y en relación con el futuro. Aquellos que habitan en el santuario a menudo tienen visiones de Dios que no conocen en absoluto los que viven en los suburbios. Fue aquél que se recostaba en el seno del Salvador a quien le fue dada la revelación de Jesucristo.

Frecuentemente pienso en estas palabras de Cecilio: “Yo digo en todas partes y a todos, que debes mantener una relación con Dios o tu alma morirá. Debes caminar con Dios o Satanás caminará contigo. Debes crecer en la gracia o la perderás; y no puedes hacer esto sino dándole a este propósito una porción conveniente de tu tiempo y empleando diligentemente los medios pertinentes. No me explico cómo es que algunos cristianos pasan tan poco tiempo de recogimiento y aislamiento. Encuentro en el espíritu de esta edad un fuerte principio de asimilación. Arrastra violentamente mi mente a su remolino y me hunde entre las heces y suciedad de la naturaleza carnal… Estoy obligado a retirarme regularmente y decir a mi corazón: ‘¿Qué estás haciendo? ¿Dónde estás ahora?’”.

Josue G Autor