16 Febrero

“Aun en la risa tendrá dolor el corazón” (Proverbios 14:13).

 

Nada es perfecto en esta vida. La risa está mezclada con pesar y hasta los diamantes más hermosos tienen defectos. Cada persona tiene en su carácter algo defectuoso. En todas las cosas de la vida, siempre encontraremos un gusano en la manzana.

Es bueno ser idealistas; Dios nos ha hecho con un fuerte anhelo de perfección. Pero también es bueno ser realistas; jamás encontraremos la perfección absoluta bajo el sol.

Son muchos los jóvenes que piensan que su familia es la única en la que surgen altercados, o que sus padres son los únicos que no tienen personalidades centelleantes como las estrellas de la televisión.

Podemos desanimarnos de nuestra iglesia local, suponiendo siempre que en la iglesia que está al otro lado de la calle todo es color de rosa.

Es fácil ir por la vida buscando amigos sin tacha ni defecto. Esperamos perfección en los demás cuando nosotros mismos no podemos producirla.

Debemos afrontar el hecho que todos tenemos personalidades defectuosas, unos más que otros. Con frecuencia, cuanto más sobresaliente es una persona, más notables se hacen sus defectos. En lugar de desilusionarnos por los defectos que vemos en los demás, haríamos bien en enfatizar sus cualidades, en especial cuando se trata de creyentes. Todo ser humano tiene virtudes. Pero sólo hay una Persona que posee la combinación de todas ellas: el Señor Jesucristo.

Con frecuencia pienso que el Señor nos ha dejado deliberadamente con un deseo de perfección insatisfecho para que pongamos nuestra mirada en Aquél en quien no hay mancha ni tacha. Jesucristo representa la suma de toda belleza moral. Jamás nos decepcionará.

Josue G Autor