24 Junio

“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14).

 

La muerte de los niños ha representado siempre una prueba especialmente severa para la fe del pueblo de Dios, y es importante tener sólidas amarras para mantenernos en tal ocasión.

Una creencia entre algunos cristianos es que los niños que mueren antes de alcanzar “la edad de responsabilidad” son salvos por medio de la sangre de Jesús. He aquí algunas de sus razones: el niño no tiene capacidad para aceptar o rechazar al Salvador, de manera que Dios le cuenta a su favor todo el valor de la obra de Cristo en la Cruz. Es salvo por la muerte y resurrección del Señor Jesús, aun cuando no pudo entender plenamente el valor salvífico de esa obra.

En lo que respecta a esta “edad de la responsabilidad”, nadie sabe cuando se alcanza, porque Dios no habla de ella. Sería diferente en cada caso ya que un niño puede madurar más pronto que otro.

Aun cuando la Escritura no afirma específicamente que los niños que mueren antes de la edad de la responsabilidad van al cielo, hay dos argumentos bíblicos que apoyan esta idea. El primero es el versículo de este día: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Mr. 10:14). Prestemos atención a lo que dice de los niños: “…de los tales es el reino de Dios”. No afirma que tienen que llegar a ser adultos para que puedan entrar al reino de Dios, sino que ellos mismos son una ilustración de los que están en el reino de Dios. Éste es un argumento fuerte a favor de la salvación de los niños pequeños.

Otro argumento es el siguiente. Cuando Jesús se refiere a los adultos afirma que: “El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lc. 19:10). Pero cuando habla de los niños, no hace mención de “buscar,” sino que dice: “El Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mt. 18:11). La idea es que los niños no se apartan como sucede con los adultos, y que cuando llega la muerte, el Salvador los reúne soberanamente en Su rebaño. El argumento razona así: aunque nunca llegaron a conocer la obra de Cristo, y Dios lo sabe, les imputa el valor salvador de ésta.

En todo caso, no debemos cuestionar la providencia de Dios cuando se lleva a nuestros niños. Jim Elliot escribió: “No debo pensar que sea impropio que Dios se lleve en la juventud a aquellos que yo habría retenido en la tierra hasta que fueran más grandes. Dios está poblando la eternidad, y no debo limitarlo a los ancianos y ancianas”.

Josue G Autor