“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22).
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22).
“Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti” (Job 42:2).
“Si dijera yo: Hablaré como ellos, he aquí, a la generación de tus hijos engañaría” (Salmo 73:15).
“Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono” (Apocalipsis 8:3).
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).
“No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1).
“De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8).
“Sí, Padre, porque así te agradó” (Mateo 11:26).
“El que creyere, no se apresure” (Isaías 28:16).
“Aprovechando bien el tiempo” (Efesios 5:16).