23 Noviembre

“…el camino de los transgresores es duro” (Proverbios 13:15b).

 

Si necesitáramos de alguna prueba de que el camino de los transgresores es duro, nos bastará con escoger un periódico al azar y encontraríamos multitud de ilustraciones. Recientemente lo hice como un mero experimento y he aquí los resultados:

Un nazi, criminal de guerra que había escapado de ser identificado y capturado por treinta y cinco años se había suicidado en América del Sur. El temor de ir a juicio y de ser ejecutado le hacía la vida insoportable.

Un hombre de 74 años fue secuestrado a mano armada por tres hombres que demandaban a su hijo $90.000 de rescate. Actualmente el hijo es un reputado narcotraficante que huye de la policía y de los agentes federales.

Un miembro de la Casa de Representantes de los EE.UU. fue destituido de su cargo por aceptar soborno a cambio de una promesa para conceder un favor político. Parece que su expulsión del Congreso será definitivo.

Los afganos rebeldes continúan en guerra contra las tropas invasoras rusas. El artículo del periódico no menciona el hecho de que el gobierno de Afganistán había arrasado con la única iglesia cristiana del país. ¿Podría ser la invasión rusa una retribución divina?

Un capitán de la policía informó falsamente que le habían robado el automóvil, para así poder cobrar el seguro. Había sido considerado como un oficial sobresaliente y era probable que ascendiera un día a ser jefe de policías. Ahora ha sido expulsado y aguarda una investigación criminal.

A veces nosotros, como el salmista, somos tentados a sentir envidia del impío. Parece que el mundo los protege y todo les sale bien. Pero olvidamos que recogen una inevitable cosecha de culpa, vergüenza y temor por ser descubiertos. A menudo son víctimas de chantaje y extorsión. Temen por sus propias vidas y las de sus familias. Tienen que mantener sistemas de protección caros y sofisticados. Se enfrentan a la posibilidad del arresto, pleitos costosos y multas o prisión. La vida se vuelve una pesadilla en vez del sueño que esperaban.

Un hombre que había aprendido bien la lección le dijo a Sam Jones, un predicador, con profunda convicción: “Conozco un versículo de la Escritura y sé que es verdad: ‘…el camino de los transgresores es duro’”. Había comprobado que las consecuencias del pecado son inevitables y extremadamente desagradables.

Josue G Autor