“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
Aquí tenemos un concepto que ha revolucionado y transformado a muchas vidas.
La duplicación del “de cierto” o “en verdad” al comienzo de la frase nos pone sobre aviso para esperar algo de gran importancia y no seremos defraudados.
“Os digo”. El “Yo” implícito es el Señor Jesús; lo sabemos por el versículo 19. Lo que también hemos de saber es que cuando Jesucristo dice algo, es verdad absoluta e invariable. No puede mentir, engañar ni ser engañado. Nada es más seguro y confiable que lo que Él dice.
¿A quiénes habla? “Os digo”. El Eterno Hijo de Dios nos habla a ti y a mí. Nunca alguien tan ilustre nos ha dirigido la palabra. ¡Es imperativo escucharle!
“El que oye mi palabra”. “El” significa “cualquiera”. Tiene la misma fuerza del “quienquiera que”. Oír Su Palabra no sólo significa escucharla con los oídos, sino oír y creer, oír y recibir, oír y obedecer.
“…y cree al que me envió”. Sabemos que fue Dios el Padre quien le envió, pero la pregunta importante es: “¿Para qué lo envió?” Debo creer que el Padre envió a su Hijo para que muriera como mi Sustituto y recibiera el castigo que merecía. Derramó Su sangre para la remisión de mis pecados.
Y ahora viene la triple promesa. Primera: “tiene vida eterna”. Tan pronto como una persona cree, posee la vida eterna. Así de sencillo. Segunda: “no vendrá a condenación”. Esto significa que nunca será enviado al infierno a consecuencia de sus pecados, porque Cristo ha pagado la deuda, y Dios no demandará el pago dos veces. Tercera: “ha pasado de muerte a vida”. Pasa de una condición en la que está muerto espiritualmente en lo que respecta a su relación con Dios, y donde nace de nuevo a una nueva vida que nunca terminará.
Si has oído verdaderamente Su Palabra y has creído en el Padre que le envió, entonces el Señor Jesucristo te asegura que eres salvo.
¡Con razón se llaman “Buenas Nuevas”!