“¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (2 Samuel 18:33).
“¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (2 Samuel 18:33).
“Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14).
“…los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14).
“Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25).
“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10).
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo… Porque cada uno llevará su propia carga” (Gálatas. 6:2, 5).
“No puedo yo hacer nada por mí mismo” (Juan 5:30).
“…por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10).
“Ciertamente vengo en breve” (Apocalipsis 22:20).