“Te daré los tesoros de la oscuridad”
(Isaías 45:3 BAS).
Cuando Dios hizo esta promesa a Ciro, hablaba de tesoros materiales, de tierras de oscuridad que a su tiempo conquistaría. Pese a esto, creo que podemos aplicar este texto en un sentido espiritual.
Hay tesoros que se descubren en las noches oscuras de la vida que nunca podremos encontrar en los días soleados de la monotonía.
Por ejemplo, Dios puede darnos cánticos en la noche más oscura (Job 35:10) que nunca podríamos entonar si las pruebas estuvieran ausentes de la vida. Ésta es la razón por la que el poeta escribió:
Y un trovador embelesado, de los hijos de la luz
Dirá de su música exquisita: “Por la noche la aprendí;”
Y el cántico ondulante que satura del Padre la mansión
Ensaya entre sollozos a la sombra de una oscura habitación.
Hay una oscuridad que J. Stuart Holden llama: “los misterios inexplicables de la vida: las calamidades, las catástrofes, las repentinas e inesperadas experiencias que llegan a la vida que a pesar de nuestras cuidados no podemos evitar. La vida se ensombrece a causa de ellas: penas, pérdidas, desilusiones, injusticia, malentendidos y calumnias”. Éstas son las cosas que oscurecen la vida.
Humanamente hablando, ninguno de nosotros escogería la oscuridad, y a pesar de esto, sus beneficios son incalculables. Leslie Weatherhead escribió: “Como todos los hombres, amo y prefiero las soleadas planicies de la experiencia, cuando abundan la salud, la felicidad y el éxito, pero he aprendido mucho más de Dios, de la vida y de mí mismo en la oscuridad del temor y del fracaso que lo que he aprendido a la luz del sol. En verdad existe lo que podemos llamar ‘tesoros de la oscuridad’. La oscuridad, gracias a Dios, pasa, pero lo que uno aprende estando en ella, lo posee para siempre”.