22 Septiembre

“…dirá el Amén” (1 Corintios 14:16).

 

Amén es una palabra extremadamente vital con la que expresamos aprobación de corazón por lo que se dice. Muchas congregaciones podrían utilizarla más a menudo en sus reuniones.

La palabra se encuentra 68 veces en la Biblia. Resulta evidente, por 1 Corintios 14:15-16, que se empleaba en las reuniones de la iglesia primitiva. Así que podemos estar seguros de que el uso del Amén es eminentemente escritural.

Y no sólo eso, sino que es un imperativo. La naturaleza sublime de las verdades con las que tratamos requiere de una expresión inteligente de reconocimiento entusiasta. Parecería una ingratitud escuchar tales verdades y nunca manifestarlo audiblemente.

Para aquel que predica es siempre un estímulo que su audiencia diga “Amén” en aquellos puntos del mensaje que tocan áreas sensibles para la congregación. Esto indica que la gente está siguiendo el mensaje y que comparte su exuberancia espiritual y emocional.

Es bueno que uno diga el Amén. Le mantiene involucrado como oyente atento y le guarda de volverse apático cuando debe maravillarse.

También es bueno para los que vienen de fuera de la iglesia, ven que los cristianos son entusiastas, que disfrutan de su fe y que realmente creen en lo que creen. El uso del Amén expresa vida y fervor. Su ausencia habla de monotonía y muerte.

El Amén es una de las tres palabras de la Biblia que son prácticamente universales. En la mayoría de los idiomas estas palabras son las mismas, por lo que puedes ir prácticamente a cualquier parte y decir “¡Maranata! ¡Aleluya! ¡Amén!” y la gente entenderá que dices “¡El Señor viene! ¡Alabado sea el Señor! ¡Así sea!”

Por supuesto, la palabra “Amén” debe usarse con discernimiento. No sería apropiado emplearla para expresar entusiasmo ante la desgracia, la tragedia o la tristeza.

Es una vergüenza que algunas agrupaciones cristianas ya no usen el Amén porque se ha abusado de ella en reuniones dadas al emocionalismo extremo. Como todas las cosas buenas, las podemos usar bien o podemos pasarnos. Pero de todos modos, no debemos privarnos de esta práctica bíblica sólo porque algunos la usan sin entendimiento. ¿Amén?

Josue G Autor