“Éste (Andrés) halló primero a su hermano Simón… y le trajo a Jesús” (Juan 1:41-42).
El método normal de evangelizar para los cristianos es dar testimonio de Cristo dentro del contexto de sus vidas diarias. Esto no quiere decir que Dios no use el presentar el Evangelio a personas totalmente desconocidas. ¡Claro que lo hace! Pero, es mucho más convincente cuando un creyente testifica a personas que le conocen y que pueden ver lo que Cristo ha hecho en su vida. Es precisamente lo que hizo Andrés.
Walter Henrichsen contaba de un joven que era muy aprensivo en cuanto a testificar a sus colegas en la universidad. Henrichsen le preguntó: “Joe, ¿a cuántos estudiantes en la universidad conoces personalmente? Me refiero a aquellos que cuando te ven conocen tu nombre”. Después de estar ahí un par de meses solamente conocía a dos o tres hombres.
“Le dije: ‘Joe, en las siguientes cuatro semanas quiero que conozcas a tantos estudiantes en el campus como puedas. Pongamos como meta cincuenta estudiantes. No tendrás que testificarles. Ni siquiera tendrás que decirles que eres cristiano. Todo lo que tienes que hacer es simplemente conocerles. Detente en sus habitaciones y charla con ellos. Juega a ping-pong con ellos, id juntos a alguna competición atlética y come con ellos. Haz lo que quieras, pero conoce a cincuenta hombres, de modo que de un mes a esta fecha, cuando vuelva, puedas presentarme a cada uno de ellos por su nombre’”.
Cuando Henrichsen volvió a ver al joven un mes más tarde, éste había guiado a Cristo a seis hombres. “Ni siquiera hablamos de si había llegado a conocer a cincuenta hombres. No hizo falta. Había descubierto por sí mismo que, al hacer amistad con los “publicanos y pecadores”, el Señor de manera natural le daba oportunidades para testificar”.
Con relación a este método de evangelización dentro del contexto de nuestras vidas cotidianas, debemos hacer dos observaciones. Primero, que la vida del que testifica es importante. Se nota una gran diferencia si camina en intimidad con el Señor. Puede tener facilidad para hablar y expresarse muy bien, presentando un mensaje memorizado, pero si su vida no es santa, su mensaje queda anulado.
La segunda observación es que este método no pone el énfasis en los resultados instantáneos. Jesús ligaba el proceso de la salvación al crecimiento del grano; no puedes recoger la cosecha el mismo día en que plantas la semilla. Es verdad que algunos se salvan la primera vez que escuchan el evangelio, pero esto no es lo normal, y éstos representan una pequeña fracción del total. Generalmente hablando, la conversión va precedida por un periodo en el que se escucha el mensaje, se convence de pecado y hasta se resiste la voz del Espíritu Santo.