21 Octubre

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14).

 

Cuando miramos al mundo religioso actual, vemos numerosas religiones, denominaciones y sectas. Y sin embargo, hay sólo dos religiones, como nos sugiere el texto de hoy. Por una parte, hay una puerta ancha y un camino espacioso, muy transitado, que lleva a la perdición. Por otra parte está la puerta angosta y el camino estrecho, escasamente transitado, que lleva a la vida. Todas las religiones pueden clasificarse bajo una u otra. La característica que distingue a las dos es ésta: una religión dice lo que el hombre debe hacer para ganar o merecer la salvación; la otra muestra lo que Dios ha hecho para proveer salvación al hombre.

La fe cristiana auténtica, es única en el sentido que llama a los hombres a que reciban la vida eterna como un regalo por medio de la fe. Las otras religiones le dicen al hombre que debe ganar su salvación por las obras o el carácter. El evangelio nos muestra cómo Cristo llevó a cabo la obra necesaria para nuestra redención. Los demás sistemas le indican al hombre qué debe hacer para redimirse a sí mismo. La diferencia está entre HACER y HECHO.

La idea popular es que las personas buenas van al cielo y las malas al infierno. Pero la Biblia enseña que no hay personas buenas y que los únicos que van al cielo son los pecadores salvados por la gracia de Dios. El evangelio de Jesucristo elimina la jactancia; le dice al hombre que no hay obras meritorias que pueda hacer para ganar el favor de Dios, porque está muerto en delitos y pecados. Todas las demás religiones inflan el orgullo del hombre implicando que puede y debe hacer algo para salvarse a sí mismo o para ayudar en su salvación, que debe “aportar su granito de arena”.

Todas las falsas religiones son: “camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Pr. 14:12). A la mente no regenerada la salvación por la fe en el Señor Jesús le parece “demasiado fácil”, pero éste es el camino que lleva a la vida. En las falsas religiones Cristo es nada, o casi un mero accesorio entre otras muchas cosas, mientras que en la verdadera fe cristiana Cristo es todo.

En otras religiones no puede haber seguridad verdadera de salvación porque una persona nunca sabe si ha hecho suficientes buenas obras o las correctas. El creyente en Cristo puede saber que es salvo porque esto no depende de sus obras sino más bien de la obra de Cristo hecha a su favor.

Solamente hay dos religiones: una de la ley, la otra de la gracia. Una de las obras, la otra de la fe. Una de hacer, la otra de creer. Una de intentar, la otra de confiar. La primera lleva a la condenación y la muerte, la segunda a la justificación y la vida.

Josue G Autor