25 Octubre

“Y amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18:24b).

 

La amistad de Jesús es un tema que evoca una cálida respuesta en los corazones de Su pueblo en todo lugar. Cuando estaba en la tierra, fue ridiculizado como “amigo de publicanos y de pecadores” (Mt. 11:19), pero los cristianos han tomado la burla y la han convertido en un título honorífico.

Antes de ir a la cruz nuestro Señor llamó “amigos” a Sus discípulos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn. 15:14-15).

Éste es el tema de algunos de nuestros himnos más amados; por ejemplo: “Oh qué amigo nos es Cristo”, “No hay un amigo como el humilde Jesús”, y “He encontrado un amigo, oh, qué amigo”.

¿Por qué la amistad de Jesús toca una fibra tan sensible? Creo que la razón principal está en que muchas personas se sienten solas. Aunque están rodeados de otras personas, no están rodeados de amigos. Pueden estar también aislados considerablemente de los demás. Éste es reiteradamente el caso con los ancianos que han sobrevivido a sus contemporáneos.

La soledad es cruel. Es dañina para la salud física, mental y emocional. Corroe el estado de ánimo, pone los nervios de punta y hace sentirse cansado de la vida. Con mucha frecuencia empuja a la gente a la desesperación y les induce a pecar o les lleva a cometer locuras. Para estas personas la amistad de Jesús llega con las propiedades sanadoras del bálsamo de Galaad.

Otra razón por la que se aprecia tanto Su amistad es porque ésta nunca falla. Los amigos humanos a menudo nos deprimen o desaparecen de nuestra vida, pero este Amigo ha demostrado ser inquebrantable y verdadero. “Los amigos terrenales fallan y nos dejan / Un día nos apaciguan, al siguiente nos afligen / Pero amigos como Éste, nunca nos defraudan / ¡Oh, cómo ama Jesús!”

El Señor Jesús es el Amigo más unido que un hermano. Es el Amigo que ama en todo tiempo (Pr. 17:17).

El hecho de que el Señor Jesús no está corporalmente presente con nosotros, no restringe la realidad de Su amistad. Él nos habla por medio de la Palabra y nosotros le hablamos en la oración. Es de esta manera que se hace real a nosotros como el Amigo que necesitamos. Es así que contesta la oración:

“Señor Jesús, sé para mí la más viva y brillante realidad;
Aún más presente a la vista de la fe que cualquier cosa terrenal;
Aún más querida y más cercana que el más estrecho lazo de amistad”.

Josue G Autor