27 Abril

“y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor” (Hechos 11:23).

 

Hay una tendencia alarmante en algunos círculos cristianos a adular a los hombres por su erudición, aun cuando no sean leales a la Persona de Cristo.

Tenemos a un hombre, por ejemplo, que es un brillante escritor, maestro en el uso de las ilustraciones, un comentarista cuyos estudios de palabras en las lenguas originales son espléndidos. Pero niega el nacimiento virginal, explica racionalmente los milagros de nuestro Señor, rechaza la resurrección literal y corporal del Salvador y habla condescendientemente de Jesús como alguien que merece un lugar en la galería de los héroes del mundo. Para él, Jesús es uno más entre muchos ilustres personajes, lo que equivale a minimizar al Hijo de Dios con inciertas alabanzas. Este hombre simplemente no es fiel al Señor.

Es vergonzoso encontrar a cristianos que defienden a hombres como éste por su brillante erudición. Con hipocresía, encomian su destreza intelectual y pasan por alto la manera herética con que se refiere a Cristo. Les gusta citarlo como autoridad respetada y moverse en los mismos círculos académicos. Si son desafiados por confraternizar con aquel enemigo de la Cruz de Cristo, utilizan palabras ambiguas para restarle importancia a la gravedad de la ofensa. Es muy común oírles hablar mal de los cristianos fundamentalistas que creen en la Biblia por atreverse a enfrentarse a un erudito tan reconocido.

Es hora de que los cristianos se armen de santa indignación cuando su Salvador es traicionado en las aulas de la erudición. Éste no es tiempo para pactos. La verdad tocante a Su Persona y obra no es negociable. Debemos tomar nuestro lugar y darnos a conocer.

Los profetas no se andaban por las ramas cuando la verdad de Dios estaba en entredicho. Eran ferozmente leales al Señor y lanzaban invectivas contra aquellos que se atrevían a negarle o despreciarle.

Los apóstoles también reaccionaban ante cualquier intento de despojar al Señor de Su gloria. Escogieron ser leales a Cristo antes que adquirir reputación en el mundo teológico.

Los mártires escogieron morir antes que comprometer su lealtad al Hijo de Dios. Les interesaba más la aprobación de Dios que la de los hombres.

Nuestra responsabilidad es ser fieles al Señor Jesús en todas las cosas y resistir a cualquiera que no quiera darle el lugar de preeminencia que merece.

Josue G Autor