“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16).
Si este fuera el único versículo en las Escrituras que abordan el tema, podríamos concluir justificadamente que la salvación se consigue por la fe más el bautismo. Sin embargo, hay 150 versículos más en el Nuevo Testamento que condicionan la salvación a la fe sola. Por lo cual concluimos que uno o dos versículos como el de este día, no pueden contradecir a los otros 150.
Aunque el bautismo no es esencial para la salvación, es indispensable como expresión de obediencia. La voluntad de Dios es que todos los que han confiado en Su Hijo como Señor y Salvador, se identifiquen públicamente con Él en las aguas del bautismo de los creyentes.
El Nuevo Testamento no contempla tal anomalía como la de un creyente sin bautizar. Esto supone que cuando una persona es salva, se bautizará. En el libro de los Hechos, los discípulos practicaban lo que podríamos llamar el “bautismo instantáneo”. No esperaban tener un buen grupo, ni un servicio formal ni el confortable escenario de un local de iglesia, sino que, sobre la base de su profesión de fe, la persona era bautizada sin demora.
La secuencia entre creer y ser bautizado es tan estrecha que la Biblia habla de ambos simultáneamente: “El que crea y sea bautizado…”
En nuestro afán por evitar la enseñanza no bíblica de la regeneración bautismal, permitimos con frecuencia que el péndulo vaya demasiado lejos en la dirección opuesta. La gente se queda con la idea equivocada de que en realidad no importa si se bautizan o no. Pero sí importa.
Oímos a veces a alguien que afirma con mucha verbosidad: “para ir al cielo no necesito estar bautizado”. Generalmente contesto: “Sí, es verdad, usted puede ir al cielo sin ser bautizado, pero se quedará sin bautismo por toda la eternidad”. No habrá oportunidad para el bautismo allá en el cielo. Acudir al bautismo es uno de los actos en los que podemos obedecer al Señor ahora o nunca.
Todos los que han confiado en Jesucristo como Señor y Salvador no deben posponer el tiempo de su bautismo. De este modo se identifican con Él en Su muerte y resurrección y se comprometen públicamente a caminar con Él en novedad de vida.