10 Agosto

“La multitud… decía que había sido un trueno” (Juan 12:29).

 

Dios acababa de hablar desde el cielo en tonos claros y articulados. Algunos decían que había sido un trueno y dieron una explicación natural a lo que era divino y milagroso.

Ésta es una actitud que podemos tomar hoy en día hacia los milagros. Podemos intentar encontrar una explicación convincente como si no se tratara más que de ocurrencias naturales.

O podemos decir tajantemente que la edad de los milagros ha pasado, relegándolos convenientemente a una casilla dispensacional.

Una tercera actitud es ir al otro extremo y afirmar el estar experimentando milagros que, de hecho, no son sino el producto de una vívida imaginación.

El enfoque correcto es reconocer que Dios puede hacer milagros, y de hecho lo hace, en nuestros días. Como Señor Soberano puede hacer lo que le agrada. No hay razón bíblica por la que haya abandonado los milagros como un medio de revelarse.

Cada vez que alguien nace de nuevo ocurre un milagro. Ésta es una poderosa demostración de poder divino, librando a esa persona del reino de las tinieblas y trasladándola al reino de Su Amado Hijo.

Hay milagros de sanidad, cuando la ciencia médica ha llegado al final de sus recursos y toda esperanza humana se ha desvanecido. Entonces, en respuesta a la oración creyente, en algunas ocasiones Dios decide tocar el cuerpo y restaurar la salud de la persona.

Hay milagros de provisión, cuando la billetera está vacía, y milagros de dirección, cuando estamos en una encrucijada y no sabemos por qué camino ir.

Hay milagros de preservación cuando, por ejemplo, alguien sale ileso sin un solo rasguño de una masa enredada de acero de lo que antes era un automóvil.

Sí, Dios todavía hace milagros, pero no necesariamente los mismos. Nunca ha querido repetir las diez plagas que envió a Egipto. Aunque Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, esto no quiere decir que Sus métodos sean siempre los mismos. El hecho de que resucitase a los muertos cuando estaba sobre la tierra no significa que los resucite hoy.

¡Una palabra final! No todos los milagros son divinos. El maligno y sus agentes pueden ejecutar milagros. En un día futuro, la segunda bestia de Apocalipsis 13 engañará a los habitantes de la tierra con los milagros que llevará a cabo. Aún hoy debemos probar todos los pretendidos milagros por la Palabra de Dios y por la senda en que éstos guían a la gente.

Josue G Autor