“Si oyeres que se dice… tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con diligencia; y si pareciere verdad, cosa cierta…” (Deuteronomio 13:12,14).
Si circulaba el rumor de que la gente de una ciudad en Israel había abandonado a Dios para irse tras los ídolos, debía haber una investigación precisa antes de tomar alguna medida punitiva.
No debemos ser menos cuidadosos cuando oímos un rumor o un chisme, sino que debemos aplicar estas seis pruebas: ¿Se trata de habladurías? ¿He inquirido? ¿He buscado? ¿He preguntado con diligencia? ¿Es verdad? ¿Es cierto?
De hecho, sería una buena idea si empleáramos la misma minuciosidad y cuidado antes de transmitir como noticias las rumores y los comentarios soltados en círculos religiosos de cuando en cuando. ¡Permítame dar algunas ilustraciones!
Hace algún tiempo circulaba la historia de que las piedras para edificar un templo en Jerusalén estaban almacenadas en un embarcadero de Nueva York, listas para ser enviadas a Israel cuando llegara el tiempo adecuado. Se informaba que las piedras eran de piedra caliza de Indiana. Los cristianos hicieron circular esta noticia con entusiasmo, mas fueron desacreditados cuando se supo que el informe no era verídico.
En otra ocasión, se divulgó la historia de que algunos científicos habían alimentado a una computadora con multitud de datos respecto al calendario de la historia humana, y que los resultados confirmaban el relato Escritural del día largo de Josué. Ansiosos por publicar cualquier noticia que corrobore a la Biblia, los creyentes difundieron ávidamente esta historia en revistas y por la palabra hablada. Más tarde la burbuja se reventó. La historia demostró no tener fundamento.
Más recientemente se utilizó un dato matemático computarizado para sugerir que el Anticristo era cierta figura pública que no gozaba de popularidad. Es así como se obtuvo el dato: se asignó un valor numérico a cada letra del nombre de esta personalidad. Después, siguiendo una serie de sumas, restas, multiplicaciones y divisiones llegaron al número 666. Desde luego esto no prueba nada en absoluto. Pueden emplearse cálculos matemáticos y llegar al 666 utilizando el nombre de cualquiera.
Tengo un tratado que afirma que Charles Darwin, en los últimos días de su vida, renegó de la evolución y volvió a su fe en la Biblia. Pudiera ser cierto, y me gustaría creer que es verdad. Quizás algún día lo sepa. Pero mientras tanto, no tengo manera de documentar la historia y no me atrevo a difundirla hasta que la tenga.
Nos veremos libres de muchos apuros y de desacreditar la fe cristiana si aplicamos las seis pruebas de los versículos de este día: ¿Se trata de habladurías? ¿He inquirido? ¿He buscado? ¿He preguntado con diligencia? ¿Es verdad? ¿Es cierto?