“Lo he llenado del Espíritu de Dios… en todo arte” (Éxodo 31:3).
El texto de hoy se refiere a Bezaleel, quien fue equipado por el Espíritu Santo para supervisar la construcción del Tabernáculo. Era diestro para trabajar el oro, la plata y el bronce, para cortar y engastar piedras y tallar la madera. El Espíritu de Dios hizo de él un hábil artesano para realizar este tipo de trabajo.
El calendario devocional “Choice Gleanings” cita a E. Tramp, diciendo: “Generalmente pasamos por alto esta fase del ministerio del Espíritu. Sea en el campo o en la fábrica, la oficina o el hogar, el creyente puede pedir la asistencia del Espíritu en las labores diarias. Un hombre que conozco ha hecho un altar de su banco de trabajo. Una Marta entre nosotros ha convertido la mesa de su cocina en una mesa de comunión. Otro transformó en un púlpito el escritorio de su oficina desde el que habla y escribe, haciendo que los asuntos más comunes sean negocios del Rey”.
En Nazaret, Israel, hay un hospital cristiano que ministra principalmente a los árabes. En los terrenos del hospital hay una capilla. Cuando un predicador se levanta a hablar, se pone detrás de un púlpito normal, pero éste se sitúa al lado de otro púlpito del pulido banco de trabajo de carpintero que tiene un tornillo en uno de los extremos. Éste es un ineludible recordatorio de que nuestro Señor trabajó como carpintero en Nazaret y que un banco de taller era Su púlpito.
Un médico en la región central de los Estados Unidos buscaba atender las almas de los hombres así como sus cuerpos. Algunas veces, después de hablar con una persona en la clínica y de haberle examinado cuidadosamente, sospechaba que el problema era espiritual más que físico. Esa noche iba a casa del paciente y llamaba a la puerta. De entrada, el paciente se asustaba al ver al médico. Pero el médico amablemente se apresuraba a decir algo como: “No vengo a verle como médico sino a visitarle como amigo. Hay algo que me gustaría hablar con usted. ¿Le molestaría si entro?” Por supuesto la persona no se molestaba, de modo que el doctor comenzaba a hablarle de su necesidad espiritual y entonces le explicaba cómo el Señor Jesús era la respuesta a esa necesidad. Muchos de los pacientes encomendaron sus vidas al Señor y le sirvieron. Muchos estarán eternamente agradecidos por el ministerio de aquel médico amado que cuidaba de sus almas así como de sus cuerpos.
El Señor tiene muchos púlpitos poco convencionales en el mundo actualmente. Como decía Tramp, muchos han aprendido a transformar los asuntos comunes de la vida en negocios del Rey.