“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? …el que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia” (Salmo 15:1, 4).
“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? …el que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia” (Salmo 15:1, 4).
“Jesús dijo: de cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna” (Marcos 10:29-30).
“…porque conforme a la parte del que desciende a la batalla, así ha de ser la parte del que queda con el bagaje; les tocará parte igual” (1 Samuel 30:24).
“¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová? Pues ha salido de la presencia de Jehová ira contra ti por eso” (2 Crónicas 19:2).
“Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7).
“Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien, y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra” (Ezequiel 33:32).
“Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:35-36).
“Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril” (Génesis 29:31).
“Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Romanos 14:5).
“…sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos” (Hechos 5:15).