“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos” (Deuteronomio 18:10-11).
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos” (Deuteronomio 18:10-11).
“…¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14).
“Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar” (Salmo 4:1).
“Aun en la risa tendrá dolor el corazón” (Proverbios 14:13).
“Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo hallarás” (Eclesiastés 11:1).
“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra” (Hechos 4:29).
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros” (Romanos 13:8).
“Ni en este monte ni en Jerusalén…” (Juan 4:21).
“…La división del alma y del espíritu” (Hebreos 4:12 BAS).
“Digo, pues: Andad en el Espíritu…” (Gálatas 5:16).