“No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo” (Éxodo 22:28).
“No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo” (Éxodo 22:28).
“No se alabe tanto el que se ciñe las armas, como el que las desciñe” (1 Reyes 20:11).
“…yo honraré a los que me honran…” (1 Samuel 2:30).
“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8).
“Mirad y guardaos de toda avaricia” (Lucas 12:15).
“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51:17).
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).
“Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca, y está condenado por su propio juicio” (Tito 3:10, 11).
“Porque si estamos locos, es para Dios” (2 Corintios 5:13).
“La multitud… decía que había sido un trueno” (Juan 12:29).