11 Abril

“Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos” (Mateo 28:12-13).

 

Tan pronto como el Señor Jesús resucitó de entre los muertos, sus enemigos comenzaron a urdir una coartada tratando de dar una “explicación” al milagro. La mentira más grande que se les ocurrió en aquel momento consistió en alegar que los discípulos habían llegado por la noche y habían robado el cuerpo. (La teoría del desmayo, que sugiere que Jesús no había muerto en realidad sino que tan sólo se había desmayado, no apareció sino hasta siglos más tarde). Desafortunadamente, como sucede con todas las otras teorías, la teoría del robo suscita más preguntas que respuestas. Por ejemplo:

¿Por qué el sumo sacerdote y los ancianos no cuestionaron el informe original de los guardias referente a la tumba vacía? La aceptaron como verdadera y se apresuraron para idear una explicación en cuanto a cómo había sucedido.

¿Por qué estaban durmiendo los soldados cuando debían haber estado vigilando? La pena impuesta por los romanos para aquellos que dormían durante el servicio de guardia era la muerte. Sin embargo se les prometió inmunidad del castigo. ¿Por qué?

¿Cómo pudieron todos los soldados quedarse dormidos profundamente al mismo tiempo? Es inverosímil suponer que todos se habrían arriesgado a morir por un rato de sueño.

¿Cómo pudieron los discípulos rodar la piedra sin despertar a los guardias? La piedra era grande y no se podía mover sin hacer ruido. ¿Cómo pudieron mover la piedra? En una típica tumba al estilo herodiano, la piedra se rodaba hasta que caía en una abertura en el suelo. Resultaba más fácil sellar la tumba que abrirla. Además, la tumba había sido tan asegurada como le era posible a las autoridades romanas.

¿Es creíble que los discípulos, tan temerosos al grado que habían huido para salvar sus vidas, hubiesen tenido el valor de enfrentarse a los soldados romanos y robar el sepulcro? Ciertamente sabían que un atentado de esta clase se castigaría con una sentencia muy severa.

Si todos los soldados estaban dormidos, ¿cómo llegaron a saber que eran los discípulos los que habían robado el cuerpo? Si los discípulos robaron el cuerpo, ¿por qué se detuvieron para remover los lienzos y doblar el sudario? (Lc. 24:12; Jn. 20:6-7) ¿Por qué querían los discípulos robar el cuerpo?

No había razón. De hecho, cuando se enteraron de que el Señor había resucitado, se sorprendieron y hasta llegaron a dudar.

Finalmente, siendo los discípulos honorables como eran, ¿cómo hubieran salido y predicado la resurrección a gran riesgo personal si sabían que era una mentira? Paul Little dijo: “Los hombres no mueren por lo que saben que es mentira”. Sinceramente creían que Jesús había resucitado.

¡El Señor ha resucitado! ¡Ha resucitado de verdad!

Josue G Autor