21 Abril

“El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro” (Lucas 6:40).

 

En este pasaje, el Señor Jesús les recordaba a los Doce que cuando fueran a discipular a los demás no esperaran que sus discípulos progresaran en la vida espiritual más allá de donde ellos mismos habían llegado. En otras palabras, el alcance de nuestra influencia positiva sobre los demás está limitada por lo que nosotros mismos somos. Como O. L. Clark decía:

No puedes enseñar lo que no sabes;
No puedes guiar a donde no vas.

El Salvador continuó reforzando esta lección por medio de la historia de la paja y la viga. Un hombre camina por un campo sembrado cuando repentinamente una ráfaga de viento le clava en el ojo una minúscula pizca de paja. Se restriega el ojo, tira del párpado, y prueba todos los consejos bien intencionados que sus amigos le dan para sacar la mota del ojo. Entonces llego yo con un poste telefónico sobresaliendo de mi ojo y le digo: “Amigo, permíteme que te saque esa pajita del ojo”. El hombre me mira con el ojo que le queda bueno y me dice: “¿No crees que debieras sacarte primero el poste telefónico del ojo?”

¡Por supuesto! No puedo ayudar a alguien que está luchando con un pecado dominante si yo mismo estoy encadenado a ese pecado. No puedo apremiarle a que obedezca el más simple mandamiento de la Escritura si por mi parte no lo obedezco. Cualquier fracaso espiritual en mi vida sella mis labios en esa área en particular.

Cuando mi discípulo ya está bien preparado, es decir, cuando he terminado de entrenarle, no puedo esperar que esté un centímetro más arriba de mi propia talla espiritual. Puede crecer hasta mi estatura, pero no puedo guiarle más allá de ella.

Todo esto enfatiza una vez más que debemos estar atentos a nuestra propia vida. Nuestro ministerio debe ser un ministerio de carácter. Lo que está adentro es lo que cuenta. Podemos ser interesantes y astutos pero si hay puntos débiles en nuestra vida, áreas de negligencia y desobediencia, entonces nuestro discipulado para con otros es el caso del ciego que guía a otro ciego.

Josue G Autor