11 Noviembre

“Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio” (Proverbios 18:13).

 

Una paráfrasis de la Biblia presenta así este versículo: “¡Qué vergüenza, sí, que necio! ¡Decidir antes de conocer los hechos!” Esto destaca una importante lección. No se puede hacer una decisión inteligente hasta no tener conocimiento de todos los hechos. Desafortunadamente muchos cristianos no esperan hasta conocer ambos lados de un asunto. Se forman un juicio prematuro sobre la base de la historia de una de las partes y a menudo ese juicio está totalmente equivocado.

En 1979 Gary Brooks (nombre ficticio) era uno de los diáconos de un iglesia evangélica. Era extremadamente popular. Tenía una personalidad cálida y extrovertida. Cada vez que entraba en una sala llena de gente, parecía iluminarla. Se distinguía por la forma en que servía a los miembros de la iglesia cada vez que necesitaban ayuda. Era siempre atento con los de edad avanzada de la congregación. Su esposa y sus dos hijos también tomaban parte en los asuntos de la iglesia. Los Brooks eran vistos como una familia modelo.

Por lo tanto, fue como si hubiese estallado una bomba, cuando se supo que los ancianos habían disciplinado a Gary destituyéndolo de su trabajo como diácono y pidiéndole que se abstuviera de participar de la Cena del Señor. Sus amigos se reunieron para salir en su defensa y acudieron a otros miembros de la iglesia para oponerse a la decisión de los ancianos. Los ancianos estaban en desventaja, no queriendo hacer público el anuncio de todo lo que sabían. De modo que tuvieron que resignarse a escuchar cómo exaltaban las virtudes de Gary, sabiendo que había otro lado de la historia. Sufrieron improperios y duro trato en el proceso.

¿Qué era lo que sabían los ancianos? Sabían que el matrimonio de Gary estaba a punto de arruinarse porque éste había estado manteniendo relaciones amorosas con su secretaria. Sabían que había malversado fondos de la iglesia para financiar su costoso estilo de vida. Sabían que se dedicaba a prácticas de negocios inmorales y que su testimonio en el mundo de los negocios era negativo. También sabían que les había mentido cuando le confrontaron con la evidencia de su mal proceder.

En vez de someterse a la disciplina de los ancianos, Gary organizó a sus amigos en abierto desafío, aun con el riesgo de dividir a la iglesia. Casualmente unos cuantos de sus seguidores hablaron con uno de los ancianos y llegaron a saber algunos de los tristes hechos. Se sintieron tan avergonzados que cambiaron radicalmente de postura. Los demás continuaron peleando a su favor.

De todo esto surgen tres lecciones para nosotros. Primero, no trates de formar un juicio antes de conocer todos los hechos. Segundo, si no puedes conocer todos los hechos, detén tu juicio. Por último, no permitas que los vínculos de amistad te presionen para defender una injusticia.

Josue G Autor