“No es vuestra la guerra, sino de Dios” (2 Crónicas 20:15).
“No es vuestra la guerra, sino de Dios” (2 Crónicas 20:15).
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto” (Filipenses 3:12).
“Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:17).
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).
“…me pusieron a guardar las viñas; y mi viña, que era mía, no guardé” (Cantares 1:6b).
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30).
“No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías” (1 Tesalonicenses 5:19-20).
“¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?” (Salmo 85:6).
“No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hebreos 13:2).