“Para que todos sean uno; como tú oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).
“Para que todos sean uno; como tú oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:21).
“Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?” (Isaías 2:22).
“…si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto” (Juan 12:24).
“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo romperá los odres, y se derramará y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan” (Lucas 5:37-38).
“…el juicio de Dios… es según verdad” (Romanos 2:2).
“…y habló precipitadamente con sus labios” (Salmo 106:33).
“…por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún” (Filipenses 1:18).
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15).
“Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor” (1 Corintios 10:10).
“Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen…” (Efesios 5:4).